El trabajo que resulta realmente decisivo para el jugador de ajedrez, tanto en niños como en adultos, es el que se realiza regularmente durante todo el año. Las preparaciones que pueden realizarse justo antes de una partida pueden ser importantes, dependiendo sobre todo del nivel del jugador. Por ejemplo, en partidas de torneos de élite entre los mejores jugadores de ajedrez del mundo, esta preparación puede ser decisiva. Como ejemplo reciente podéis ver la partida que ganó Caruana frente a Tomashevsky que comenté en mi blog Diario de un Entrenador. En estos niveles, o incluso en general en niveles altos, partidas de maestros por ejemplo, una correcta preparación puede llevar a una rápida victoria.
Conforme hablamos de niveles de juego inferiores, la preparación de las partidas no es tan importante, por lo menos en lo relacionado a cuestiones técnicas (jugar determinada apertura, preparar alguna novedad teórica, etc). En las partidas del ajedrez escolar resultará más importante la ayuda psicológica que podamos aportarle a los niños que ninguna otra cosa, puesto que la mayoría de estas partidas de ajedrez se deciden por motivos tácticos o por el mayor conocimiento en temas de medio juego o finales. Resulta mucho más importante el apoyo anímico, darle confianza a los niños antes de sus partidas de ajedrez, tratar de que no se obsesionen por el resultado sino por hacerlo lo mejor posibles, que ninguna otra cosa.
Sin embargo muchos padres sobrevaloran la ayuda técnica que se le puede aportar a un niño antes de sus partidas de competición en los torneos de ajedrez. Piensan que un monitor o entrenador puede darle la clave, la jugada maestra que acercará a su hijo al triunfo. En muchas competiciones de ajedrez en las que un mismo monitor lleva a su cargo a varios niños pueden aparecer suspicacias sobre el tiempo de preparación o la intensidad en la que esta se lleva a cabo. Los padres deben ser comprensivos con este tema. En primer lugar porque ningún monitor o entrenador dispone de una fórmula milagrosa que sirva para dar la victoria a sus pupilos. Es el trabajo que se realiza durante todo el año el que resultará efectivo, y poco puede hacerse unos minutos antes de la partida, excepto animar, tranquilizar y apoyar al joven ajedrecista. En segundo lugar no todos los niños necesitan la misma ayuda psicológica o el mismo apoyo anímico, por lo que es normal que se trate de animar al que tiene menos moral en ese momento, sin olvidar por supuesto a los otros niños.
Es cierto que cuando esos niños van madurando y alcanzan fuertes niveles de juego, la preparación teórica en el terreno de las aperturas ganará importancia, pero también ese es un trabajo que se debe realizar con regularidad, y no justo antes del comienzo de cada partida.
En conclusión, el trabajo y aprendizaje de los niños con el ajedrez se debe realizar con regularidad y pretender encontrar fórmulas mágicas justo antes de las partidas no parece demasiado lógico. Los padres deberían entender esto y fomentar el estudio de los niños, de la manera más agradable y divertida posible, durante el año, y no justo unos minutos antes de comenzar la partida.